Por Facundo Barrionuevo
"El
padre de la mentira sabe usurpar palabras nobles,
promover
modas intelectuales y adoptar poses ideológicas.
Pero
si ustedes construyen sobre bases sólidas,
sobre
las necesidades reales
y
la experiencia viva de sus hermanos campesinos e indígenas,
los
trabajadores y excluidos y las familias marginadas,
seguramente
no se van a equivocar".
Papa
Francisco (Bolivia, 09/07/15)
Si
bien la Doctrina Social de la Iglesia, jamás va a señalar o
bendecir un partido o frente político por más que se autoproclame
defensor de los valores y principios del cristianismo, nos es posible
leer la coyuntura y disputa electoral con los lentes de su enseñanza
y ensayar algunas apreciaciones. Es decir, por más que no es de
interés de este conjunto de orientaciones eclesiales digitar el voto
a sus fieles, sabemos que no puede dar lo mismo cualquier opción.
No
es novedad por otra parte, la influencia de los “cuadros”
jerárquicos (curas, obispos) como inspiradores y legitimadores
ideológicos en las más diversas disputas políticas a lo largo de
toda nuestra historia nacional. Incluso reciéntemente, algunos
periodistas y operadores políticos dejaron ver la influencia que
habían jugado los párrocos y curas “villeros” en la interna
PASO del peronismo de la provincia de Buenos Aires y luego en los
resultados de la elección del Gobernador de la Provincia. Nadie
ignora que Julián Domínguez era el candidato de la amplia mayoría
del Episcopado nacional e incluso que llegó a provocar molestias en
Santa Marta, que no se produjera el “gesto de humildad” por parte
del otro candidato. No da todo lo mismo.
Ya
los gestos, discursos y escritos del Papa Francisco empiezan a formar
parte de lo que conocemos como Enseñanza Social de la Iglesia. Y
aunque al decir de él “tampoco se deba esperar del magisterio
papal una palabra definitiva o acabada sobre todas las realidades que
afectan a la Iglesia y al mundo” (cfr.
Evangelii Gaudium n°16) bien
podemos analizar algunas de sus orientaciones, en función de la
elección presidencial que viene.
En
el menú vernáculo que se nos ofrece para ocupar el sillón de
Rivadavia, aparece por un lado una oferta claramente neoliberal y
conservadora con equipos de trabajo extraído de las gerencias de
grandes transnacionales, con recetas de ajuste y endeudamiento, y por
el otro, un complejo entramado político que va de izquierda al
centro, que encuentra a Scioli como exponente de lo que se espera sea
un modelo de desarrollo con inclusión social con un sistema de pesos
y contrapesos interno que oscilará entre posibilidades más o menos
populares.
El
papa Francisco ha venido desarrollando a lo largo de sus escritos
oficiales, discursos, viajes y audiencias, unas máximas que no dejan
lugar a dudas lo que debemos mirar en los partidos y candidatos, a la
hora de ejercer el derecho ciudadano al voto. Y que de la misma
manera nos señalan valores para ejercer como laicos un protagonismo
social y político:
Todavía
resuena las palabras, y la emoción que dejó el escuchar a un “Sumo
Pontífice” clamar
"Ninguna
familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún
trabajador sin derechos, ninguna persona sin la dignidad que da el
trabajo" (Discurso
a los Movimientos Populares, 28/10/2014),
de
donde hoy se recupera la consigna “Tierra, Techo y Trabajo” como
bandera.
Pero
esto no era una novedad, ya nuestro papa argentino había declarado
con fuerza en la Exhortación apostólica”, “hoy tenemos que
decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa
economía mata.”(EG.
53) Y aclaraba “algunos
todavía defienden las teorías del 'derrame', que suponen que todo
crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra
provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social” (EG.
54). Es “una economía sin
un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano” (EG.
55).
Del
mismo modo, ante los reclamos de seguridad, vincula la violencia
social a las relaciones de exclusión, y advierte que “hasta que
no se reviertan la exclusión y la inequidad (…) será imposible
erradicar la violencia” “El sistema social y económico es
injusto en su raíz” (EG. 59). Y denuncia que las estrategias de
represión y las armas “no resolverán jamás” el daño del
tejido social y sobre todo “crean nuevos y peores conflictos”.
Sobre
los pobres y la pobreza, en el Encuentro de Movimientos Sociales
realizado en el Vaticano, exhortaba que son “hipócritas”
aquellos que abordan la pobreza con "estrategias
de contención que únicamente tranquilice y convierta a los pobres
en seres domesticados e inofensivos".
Señalaba que “Los pobres no solamente padecen la injusticia sino
que luchan contra ella”, motivando siempre a la acción social.
Pero no ignora que hoy el fenómeno de la exclusión, producto de
esta “sociedad del descarte”, es la mayor degradación de la
persona, que lo aleja de la sociedad y lo convierte no ya en
“explotado” sino en “desecho”, en “sobrante”.
Sería muy extenso abordar todas las cuestiones que ha desarrollado Francisco en estos dos años de pontificado, por ejemplo: el cuidado del medioambiente, la familia, los jóvenes y ancianos, la trata de personas, el narcotráfico, el tráfico de armas, la pena de muerte y la dignidad toda vida humana, la violencia, el fundamentalismo, la inmigración, el lugar y los sufrimientos de la mujer en esta sociedad del consumo, la defensa de las culturas nacionales, los medios de comunicación, la Patria Grande y un largo etcétera. No en vano ha cosechado opositores en todas las geografías y los rubros, desde sectores episcopales y religiosos, sectores del periodismo internacional y local, los exiliados cubanos en Miami, el Partido Republicano en E.E.U.U., etc. etc. etc.
Ya no es posible citar al Papa y pretender que la salida al “cuello de botella” de la crisis del capitalismo globalizado se resuelva con ajustes y recetas del liberalismo de mercado. Es coherente entonces que, sorpresivamente, algunos ya evitan hablar del Obispo de Roma. Parafraseando al Obispo Miguel Hesayne diremos que: "no se puede citar al papa y ser neoliberal".
Las
grandes tradiciones religiosas a lo largo de la historia, desde
Hammurabi hasta las religiones monoteístas actuales, incluso las
comunidades indígenas, tienen una ética común, expresada en una
máxima que es una constante: “servir a la viuda, dar de beber al
sediento, dar de comer al hambriento y vestir al desnudo”, (Cfr.
Enrique Dussel) de manera que hay aquí un fundamento raizal como
principio de diálogo para una política que parta de los más
humildes a todos.
El
Evangelio es claro: “nadie puede servir a dos señores,(...) no se
puede servir a Dios o al dinero” (Mt. 6,24). En los textos
sagrados, desde el Antiguo Testamento, la inclinación del Señor es
la escucha de su Pueblo, de los sufrientes, de los humildes e
inspirar a hombres y mujeres libres que se conmuevan por los más
olvidados. Como decía Carlos Cajade “si el mundo no se piensa
desde el pobre se construye contra Dios”.
Nos
queda señalar que, este “papa del fin del mundo”, no sólo nos
da algunas pistas para juzgar la contradicción fundamental que se
nos aparece, sino que nos recuerda, en los consejos a los jovenes
hablándoles de la evangelización, el camino para defender las
conquistas que ya son potestad de nuestro pueblo: la militancia, la
movilización, el salir afuera, salir a la calle, no quedarse en la comodidad, tomar la iniciativa, “hacer lío”, “primerear”,
buscar motorizar procesos históricos de largo alcance y no la
desesperación por los cargos, construir sobre las necesidades reales
de los excluidos y marginados.
Claramente,
Francisco toma posición y se ubica de un lado de la vereda,
instalando criterios y valores que sirvan como horizonte para la búsqueda de una salida a esta crisis terminal del capitalismo global, tal como lo hemos conocido. Este es el telón de fondo que corre tras
la escena de los dos candidatos a presidente de la Nación, eso es lo
que está en juego. Nunca dirá a quién votaría, pero nos recuerda:
“voten con responsabilidad” y “ustedes ya saben como pienso”.